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Un debate indecente

Dos horas y cuatro minutos es un tiempo excesivo para no decir absolutamente nada. La altura política de los candidatos Sánchez y Rajoy ha descendió a la altura del betún, y lo peor de todo es que lo más resaltable de este debate fueron las descalificaciones personales.

El actual presidente no sabe debatir, no ha preparado su intervención (o al menos así se ha percibido)  y ha tratado de escabullirse de  la corrupción que ha reinado en su partido  manteniendo el eslogan de la herencia recibida. Pedro Sánchez se quiso disfrazar de nuevo político tratando de imitar a Iglesias y Rivera y pecó de poca naturalidad con un lenguaje agresivo y con  escasa originalidad. Lo que más me llama la atención, y me parece realmente preocupante, es que el “líder” de la oposición no haya mencionado la orwelliana “Ley de Seguridad Ciudadana”, un despiste lo tiene cualquiera…pero se supone que ese es su trabajo.

Lo importante, las propuestas y sus propias recetas para combatir la crisis fueron un asunto secundario adornado con miles de cifras y consignas vacías sin ningún tipo de explicaciones operativas que las hiciesen creíbles: el empleo, la igualdad, la corrupción….grandes significantes para tratar de contentar a aquellos de los que viven.

A decir verdad hay cosas que siguen igual en esto de los debates electorales, pero por lo menos, antes, la lucha de egos se disfrazaba  mejor y eran más convincentes en su labor de hacer creer que ellos, los políticos, son necesarios para que esto funcione.

Definitivamente  el show manda en la política y ha desahuciado a la argumentación y hasta la propaganda electoral. Estos señores no han sabido comportarse, y a pesar de ello siguen postulándose como representantes de los ciudadanos y ciudadanas, esto sí es verdaderamente indecente, miserable y ruin.  Ahora es el turno de los opinadores profesionales que comenzarán a debatir sobre si gano uno o el otro, perdieron los dos, o es el final del bipartidismo. La misma altura analítica que tuvieron los candidatos para debatir: ninguna.

Lo importante aquí no es quien va a ocupar el sillón del gobierno, lo fundamental es darnos cuenta que no podemos dejar todo en manos de estos señores y me refiero a todos los que concurren en estas elecciones. Ellos quieren el poder, no el bienestar de las personas, mejorar la situación del “pueblo” es un daño colateral; además no pueden saber lo que queremos, somos más de cuarenta y cinco millones de personas y es imposible que sepan qué es lo que no viene mejor a cada uno.

Esto no es un discurso de antipolítica, no quiero decir que todas las personas que están en la órbita de los partidos políticos, me refiero a las bases y simpatizantes, no tengan una verdadera intención de construir una sociedad mejor, pero las masas no mandan ni en los partidos ni en la democracia. Sólo se acude a ellas para que se contenten y crean que realmente pueden influir en la vida política, pero realmente deciden por nosotros, nos quitan nuestro dinero y lo administran (fatal) a su antojo.

Es preciso reflexionar sobre nuestra pasividad con el político, si queremos acabar con la corrupción tenemos que darles menos dinero para gestionar, que la situación mejore no depende de ellos, depende de nosotros. Lo que hay que exigirles es que nos dejen hacer y no nos arruinen con impuestos, ya somos mayores y sabemos perfectamente que es lo que necesitamos.

Si yo fuese iraquí o siria

Es viernes 13 de noviembre, y en Bagdad suenan de nuevo sirenas, es otro atentado. Esta vez las víctimas mortales fueron 18 personas (sí, personas; como usted y como yo) reunidas para celebrar un funeral. Un día antes los medios de comunicación informaban que 40 libaneses eran asesinados tras dos atentados suicidas en Beirut, y entre otras cosas, se puede leer por ahí, que Boko Haram destruyó más de 1000 escuelas en el 2015…

Pero la ola de indignación y repulsa sólo llegó tras la sangre derramada en París. Dicen los medios de masas que al menos 129 personas fueron las víctimas asesinadas.  La furia que los gobiernos occidentales han fraguado durante años de intervenciones en una tierra que no le pertenece, que no comprenden y sobre la cual no tiene ningún derecho de injerencia se ha notado, esta vez, en la capital francesa. Pero también en el Líbano y en Turquía y en Siria se vertió la sangre de los inocentes.

El mundo virtual se volvió tricolor en cuestión de horas, y el #JesuisParis inundó las redes sociales. Otro eslogan para los hipócritas; ¡no es preciso pararse a analizar amigos míos!, la artillería del pensamiento nos hace el trabajo. “Nuestros caídos” recibirán su homenaje y el duelo se mantendrá, con suerte, un par de semanas. Pero… un momento, y los que fueron asesinados en Beirut ¿no son nuestros caídos? Los miles de muertos en la guerra Siria ¿no son nuestros caídos? Los iraquís que han sufrido dos intervenciones y ven  su país despedazado ¿no son nuestros caídos? Con lo “nuestros caídos” me refiero lógicamente a que murieron por culpa de nuestros presidentes y sus políticas.

Obviamente no quiero decir que sintamos lo mismo por un europeo muerto bajo el terrorismo  que por un sirio o una libanesa, un yemení o una libia, ¡faltaría más! Por mucho que los fariseos traten de disfrazarse de buenos samaritanos ya no resulta creíble, y el #JesusisParis no es más que fariseísmo edulcorado para una sociedad adoctrinada e infantilizada. Maduremos y tengamos dignidad asumiendo las consecuencias de nuestro deshonroso dejar hacer al político de turno. Nos dejamos engañar por los creadores de opinión y somos integristas de una democracia demencial: un sistema que por el momento sigue creando opresores, oprimidos y orgullosísimos hombres de estado que mandan a sus propios soldados a morir en una guerra que no es la nuestra. Los soldados deben estar en casa, para defendernos si fuese preciso, no atacando.

Así somos, en esto no hemos convertido. Las democracias europeas envueltas en su propia decadencia han fracaso al no ser capaces de asegurar que los ciudadanos respeten la vida de sus semejantes; pues como todos ustedes saben, muchos de los terroristas que ingresan en las filas del Estado Islámico tienen pasaportes de Occidente.

La inteligencia y la templanza han huido del viejo continente y la respuesta de Francia fue, con toda seguridad, alabada por los terroristas. Los bombardeos sobre Raqqa generarán más rabia,  más caos y serán un buen reclamo para la propaganda del EI. De verdad no hemos vuelto tan estúpidos que no somos capaces de comprender que es precisamente este intervencionismo el que ha creado al EI; o es que la propaganda de nuestros gobiernos y sus consignas nos impiden ver que el viernes 13, los daños colaterales de  las políticas occidentales en Oriente Medio fueron los 129 seres humanos asesinados en París.

El show está en marcha, y muchas voces surgirán pidiendo leyes “antiterroristas” que puedan ser homologables con la Patriot Act de Estados Unidos. Sí, señoras y señores, como anunciaba en la portada de Le Parisien: C´est la guerre, una nueva embestida de los gobiernos contra los ciudadanos que los financian, más bombas, más terror, menos humanidad, menos coherencia y menos libertad para el mundo. Y cada cierto tiempo seguiremos llorando nuestros propios daños colaterales.

 

Si yo fuese iraquí o Siria, ardería de indignación al ver como el mundo se deshace en sollozos y se enarbola la bandera del victimismo de eso que llaman “la Yihad”. Pensaría que lo de París es una muestra más de la barbarie cotidiana en la que vivo, pero con una diferencia, a mis amigos y familiares muertos no los llora el mundo, no se iluminan las ciudades con los colores de la bandera del país donde me toca sobrevivir, no se organizan actos de estado y no hay un coro de plañideras mediáticas preparadas para descomponerse en llantos cuando un terrorista decide suicidarse y arrebatarle la vida al mayor número de personas posible.

Si yo fuese iraquí o siria lamentaría a los muertos de París y me uniría al coro que pide el #PrayforParis pero  después lloraría sola al asomarme a la ventana y ver a la vieja Bagdad, o la inmemorial Damasco envuelta en la muerte, la desesperanza y el olvido.

Señores y señoras  lo de Francia fue un ataque terrorista; lo de Irak, lo Siria o lo de Libia ES LA GUERRA.